Navidad 2024 - Mensaje del General del Ejército de Salvación
A principios de este año tuve el privilegio de asistir al Congreso “Testifica” del Ejército de Salvación en el Territorio Oeste de los Estados Unidos. Hubo muchos momentos destacados ese fin de semana, pero lo que más me llamó la atención fueron las increíbles historias de transformación. Hombres y mujeres cuyas vidas habían sido transformadas radicalmente cuando encontraron el amor de Dios por ellos en la persona de Jesucristo. Porque de tal manera ama Dios al mundo...» - sí, he cambiado el tiempo verbal. En realidad, el versículo dice: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único» (Juan 3:16, Nueva Versión Internacional). Sin embargo, el amor de Dios es tan real, verdadero y profundo hoy como lo fue aquel primer día de Navidad. Ésta sigue siendo la mayor prueba del amor de Dios y de su plan para todas las personas: el regalo de su Hijo, el regalo de nuestra salvación, no sólo en el pasado, sino también en el presente. Esta es la buena nueva que celebramos en Navidad.
Esta noticia fue anunciada por primera vez por el profeta Isaías hace mucho tiempo: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite” (Isaías 9:6-7 Reina Valera 1960).
Los ángeles volvieron a declararlo en el momento del nacimiento de Jesús: “En esa misma región había pastores que pasaban la noche en el campo cuidando a sus rebaños. Allí un ángel del Señor se les apareció, y el resplandor de la gloria del Señor los envolvió. Ellos se llenaron de temor, pero el ángel les dijo: «No teman, que les traigo una buena noticia, que será para todo el pueblo motivo de mucha alegría. Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Hallarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» En ese momento apareció, junto con el ángel, una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: «¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!»” (Lucas 2: 8-14).
La Biblia nos dice que los pastores fueron inmediatamente al lugar donde estaba Jesús, y habiéndole visto, rápidamente corrieron la voz. ¡Eso me ¡encanta!. Inmediatamente empezaron a compartir su experiencia. Los pastores reconocieron a Jesús como lo que era - su Salvador - y no perdieron tiempo en salir y compartir las buenas nuevas. ¡Qué testimonio!
Desde entonces, los creyentes han continuado con la misión de difundir la obra de salvación, perdón y redención de Dios a través de su Hijo, nuestro Salvador Jesucristo. He visto y oído pruebas de ello durante el Congreso “Testifica”: personas que comparten la buena nueva del poder transformador de Dios en sus vidas y a través de ellas, como hicieron los pastores aquella noche de hace tanto tiempo.
En su libro, Riesgo Sagrado, el General Shaw Clifton (Rtd) escribe: “La Navidad se resume en Jesús. El mismo nombre de Jesús sirve a lo largo de toda la historia para declarar que hay un Salvador. Por lo tanto, se deduce lógicamente que si hay un Salvador es porque necesitamos ser salvados. Sin embargo, incluso antes de que nos demos cuenta de nuestra necesidad, el Salvador está ahí. Es Él quien nos revela nuestras necesidades más profundas, instándonos gentilmente por su Espíritu Santo a dar una respuesta a su ofrecimiento de salvación. La Navidad es, pues, descubrir o redescubrir o reafirmar a Jesús como Salvador, y al descubrirlo a Él nos descubrimos a nosotros mismos y nuestra verdadera condición.”
Dios todavía puede cambiar el corazón de los hombres y mujeres y hacer que vuelvan a tener vida. Y, como los pastores, podemos dar testimonio de esa buena nueva a quienes nos rodean.
En esta Navidad, en la que celebramos el nacimiento del Salvador, pidámosle a Dios que nos infunda el celo del Espíritu Santo para difundir las buenas nuevas sobre Jesús, para que cada vez sean más los que experimenten el amor de Dios revelado en el regalo de su precioso Hijo y nuestro Salvador, Jesús, el Hijo de Dios.
La Comisionada Bronwyn se une a mí en oración para que Dios les bendiga en la celebración de esta Navidad.
Lyndon Buckingham
General